Shanghai en la ventana, una noche
Nidos de niños que comen y crecen,
vivos enjambres que olvidan, trabajan,
sueñan, perviven, que suben y bajan
amontonándose, y no lo merecen:
suman las noches que no lo parecen
intimidades sin voz, se relajan
miles de luces que a oscuras encajan
y en su correr consumidas perecen.
Bestia ciudad que devoran los hombres,
devoradora, infinita mandala,
es tan profundo el rumor de tus nombres
como el latir de tu luz, mujer mala,
que en tu quemar cada noche repartes
muertes y vidas, sudores y artes.
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