miércoles, 18 de abril de 2007

Llueve y llueve

Hotel de la Paz, a ambos lados, en Nanjing Dong Lu, esta tarde. -
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¡Hola a todos!

En esta ciudad está el tiempo que no deja de llover. Es delicioso y agotador a la vez, pero deja el aire tan limpio que en el fondo da gusto, a pesar de que se forman tales atascos que es imposible casi moverse con ningún transporte público, y hoy anduve varias horas sobre la lluvia, casi tuve que volver andando todo el camino a casa desde Huaihai Lu.


Ha sido un día tranquilo y pesado como el denso caer plomizo de esta lluvia ácida. Estuve en un fantasmal Hotel de la Paz (和平饭店), en la desembocadura de Nanjing Dong Lu (南京东路) en pleno corazón del Bund (el Waitan, 外滩), cuyos dos históricos edificios norte y sur (izquierda y derecha, en la foto de arriba, donde se ve de fondo Lujiazui, 陆家嘴, el distrito financiero que queda al otro lado del río) cerraron desde ayer porque sus nuevos dueños van a remodelarlo por dentro para que sea tan cómodo y lujoso como lo era en los años treinta, cuando con sus doce pisos era el edificio más alto de la ciudad y el más lujoso, y donde hasta la semana pasada solía tocar la banda de jazz más veterana y famosa de la ciudad... Cómo pasan los años, sobre todo en China. Que se lo digan a los rascacielos futuristas que le han salido enfrente. Ahora por la noche ya no parece más que se está frente al mar, como en los tiempos de la concesión británica...


Hoy llueve fuerte y bonito en Shanghai, con todo. La calle de la moda de Huaihai Lu parece subyugada de alguna manera a la lección de humildad que le lanza el cielo, y la ciudad se embota y se mueve tranquila y apretada, lenta, como la lava de un volcán luminoso que descendiera apagándose a los pies de una montaña lavada por la lluvia.

Huaihai Lu, esta noche.-
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Llueve en Shanghai y se va la tarde arrastrando las horas igual que resbalan, se añaden se amontonan y caen las gotas en las ventanas. Con esta lluvia y en esta noche me acuerdo con curiosidad de la anécdota de Neruda que os transcribí el otro día. ¿Qué diría el poeta chileno de una tarde como esta, en la que la naturaleza recuerda su presencia a los hombres y se muestra más fuerte que la inmensa gran ciudad?


Tal vez, como en el principio de una de aquellas odas elementales, empezaría cantando:

Anoche
vino
ella,
rabiosa,
azul, color de noche,
roja, color de vino,
la tempestad
trajo
su cabellera de agua,
anoche quiso
dormir sobre la tierra.
Llegó de pronto
recién desenrollada
desde su astro furioso,
desde su cueva celeste,
quería dormir
y preparó su cama (...)-
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Pablo NERUDA, Odas elementales (1954).

Huaihai Lu, esta noche.

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