martes, 17 de julio de 2007

La caracola


Siempre se paga la misma moneda
cuando se sube a lo alto del mundo:
desde la altura del cieno profundo
no se ve nada que no sea moneda.

Toda la altura del hombre se queda
momificada y sin luz, moribundo
vaga sin rostro en su sombra, y el mundo
nada parece que no sea moneda.

Triste derrota del niño crecido
cuando ya sólo es capaz de comprar,
mula que tira de estribos y olvido:

su caracola en el pecho resuena,
pues cuando vive tan sólo ve arena
y cuando duerme no sabe oír el mar.



Fotografías: interior y vestíbulo del hotel Grand Hyatt de Shanghai, el más alto del mundo (pisos 87º a 54º), en el interior de la torre Jin Mao (金茂大厦).


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Lo que ha llovido

Hola a todos, ¡lo que ha llovido desde la última vez que pude escribiros!.
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Quiero pediros disculpas a quienes os habéis asomado por aquí en el último mes y os habéis llevado el chascochubasco de ver que seguíamos todo el día en el aire por Weihai Lu... Si los últimos meses estuve de verdad desbordado, últimamente creo que había pasado al club de quienes están al borde de quedarse a oscuras y sin vida privada, me pasó un tifón de asuntos por encima y todavía me estoy reponiendo de los meneos que me dio... Espero a partir de ahora ser capaz -y ser persona- como para devolverle a esta ventana la frescura y el calor que tuvo en sus primeros días de abril. De momento, mientras recupero la frescura, el calor está garantizado con los récords de estos días, 35 grados a la sombra con una media de un 80% de humedad, según me confirmó hoy la madre de una querida amiga, lo que equivale, más o menos, a pasarse el día disfrutando de la cúpula botánica de la estación madrileña de Atocha en este tiempo, hacia las cuatro de la tarde....
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Últimamente, sin embargo, en Shanghai ha llovido bastante. Es lo que toca por la estación, y además este verano de momento -cruzo los dedos- vamos mejor de tifones que el año pasado -toco madera de barco-. Ha habido incluso días en que la descarga fue tan fuerte que el paisaje, ya familiar para vosotros, de mi querida ventana, quedó reducido a este arrollador espectáculo:.
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No es niebla, os confirmo: es agua cayendo..
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A veces la humedad se concentra y se vuelve tan eléctrica que el cielo se pone fascinante, como en esta fotografía que se la debo a mi amigo Santi, que me señaló al cielo antes de un gran chaparrón hace unas cuantas semanas, una tarde en medio de Nanjing Dong Lu (南京东路):.
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La que vino después no hace falta que os la cuente: unos veinte minutos de lluvia y el aire más fresco y más noche que antes, aunque siempre igual de pesado y húmedo. Fue un bonito espectáculo..
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Con todo, como ya hablamos otra vez, la mejor manera de medir el tiempo en esta inmensa ciudad parece a menudo observar el cambio de las calles y lo que han crecido los rascacielos..
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Se cumple ahora mismo un mes, pocos días arriba o abajo -y siento no habéroslo contado en su momento-, de que la torre Jin Mao (金茂大厦) dejó de ser la estructura rascacieril más alta de China, para ser sobrepasada por su vecina, doña Obras del Centro Financiero Mundial Shanghai Hills, que ya le lleva no sé cuántos metros de altura (si la Jin Mao tiene 420, esta tendrá ya 440, como el La perfecto), y que tendrá 101 pisos de aquí a tres cuartos de año más....
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Hace unos días estuve un poco al este del distrito financiero, pasada la Avenida del Siglo (世纪大道), y entre chubasco y chubasco pude ver a la pareja futurista del momento desde una perspectiva poco habitual para mí, con el WFC Hills más cerca:.
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A pesar de la niebla y sus ampos azules, podéis comprender el escalofrío que me dio verlo y con qué pequeño sobrecogimiento tiré la fotografía..
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Un par de horas después pude subirme a un sitio un poquito más alto, en pleno corazón de Lujiazui (陆家嘴, por no perder la tradición de poneros siempre la versión original de los nombres chinos, para los de fuera), pude sacar a las dos desde esta otra perspectiva: lo que hace el punto de vista, ¿verdad? En realidad ya son más altas las obras que la Jin Mao, aunque vistas así, las dos parecen inmensas deidades reales, la reina y el rey del secreto ajedrez de Shanghai:.
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Sobra decir que la niña más alta está todavía más alta que cuando tomé las imágenes, hace algo menos de un par de semanas, y que ya que las dos atrapan tan poderosamente mi atención, como disfrutáis o sufrís los que os paseáis a menudo por este cuaderno de compartires, no puedo sino volver a desear subirme algún día a lo más alto de ellas, y tener el placer de contarlo. Y, a pesar de la ambición y los deseos turbios que nutren sus raíces, vistas así en su fascinadora presencia, por maravillar a los niños con su reto cotidiano y crecer con la lluvia y con los días, váyales desde aquí un humilde y muy espectante homenaje..
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