lunes, 23 de julio de 2007

Tierra viva en directo


La esfera superior de la Torre Perla de Oriente, durante la noche del concierto Live Earth de Shanghai, a cuyos pies se celebró, con tres horas de música, el pasado 7 de Julio.
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Hola de nuevo a todos.

Hace bastantes días que quería contaros aquí el paso por Shanghai de una interesante iniciaciativa ecologista de intenciones planetarias (aunque uno sabe que luego estas cosas apenas llegan sólo a los más ricos de este mundo, pero tal vez en este caso sea eso lo importante).
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Seguramente hace algunas semanas habéis oído hablar de la serie de conciertos Live Earth, una idea para la difusión de mensajes de alerta sobre el cambio climático que YA se está produciendo, y sobre qué podemos hacer, con el apoyo de estrellas de la música. Los conciertos, cuyo nombre en inglés hacen el juego de palabras de significar a la vez Tierra viva y La Tierra en directo, fueron en nueve ciudades del planeta, que durante 24 horas se fueron turnando en una jornada ininterrumpida de música, que pasó de Sydney a Tokio, de allí a Shanghai, que vivió el más pequeño y controladito de todos, y a continuación la llama de la música y la voz de los artistas pasó por Johannesburgo, Hamburgo, Londres, Washington, Nueva York y Río de Janeiro.


No os repetiré ahora lo que tal vez en su día pudísteis leer en la prensa (sobre todos los conciertos en general encontraréis un buen resumen pinchando por ejemplo aquí, y sobre el de Shanghai en concreto otro texto con todos los detalles entrando aquí). Con todo, me gustaría dejaros aquí algunas fotos y, sobre todo, algunos pensamientos para transmitir las ideas más importantes de la iniciativa que, aunque vengan apoyada por un Al Gore que ahora predica tanto y de quien no recuerdo que hiciera nada por el medio ambiente cuando fue vicepresidente de Estados Unidos, me parece que vale la pena que reciba toda la publicidad posible.
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Empezaré contándoos una pregunta que desde hace mucho tiempo me había hecho, después de haber surcado unas cuantas veces, en distintas épocas del año y con bastantes meses de distancia, los cielos de China.

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¿Por qué me parece, también desde arriba, el cielo chino siempre tan sucio y tan gris, con una neblina que, será acaso por casualidad, casi siempre me impide ver con claridad, hasta en los días despejados de nubes, la superficie inmensa de este país enorme?


He visto el suelo chino desde aviones en montones de provincias, y en mi memoria diría que, salvo Xinjiang, el edén de Yunnan y lo que creo que era parte de Mongolia Interior, siempre he encontrado la misma neblina entre mi curiosidad y el paisaje, y siempre con la misma duda, de si sería casualidad que pasaba yo en un día de niebla o tormentas de polvo, o de si es que el cielo chino está de veras tan cargado de emisiones, que se nota hasta a miles de metros de altura cuándo ya ha entrado uno en el país.


Hace pocos días, esta fotografía de la NASA, que encontré en el diario británico The Guardian, me dio una respuesta sobrecogedora:.
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La imagen, tomada desde un satélite para el Observatorio de la Tierra de la agencia espacial estadounidense, muestra "una neblina de contaminación sobre parte de China, causada por la dependencia del país en el carbón", según el periódico londinense.
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Si ya tenía ganas de escribiros aquí sobre el mensaje que venía detrás de aquellos conciertos, esta fotografía me empujó a desearlo contar cuanto antes. (Es cierto que si buscáis en el portal oficial de Live Earth es casi más fácil encontrar ideas vendibles sobre lo fantástico y de moda que es ser ecologista, apoyando la idea junto con tus artistas favoritos, que mensajes concretos sobre los efectos del cambio climático, pero también aparecen ideas sobre cómo se puede contribuir a no empeorar la situación del planeta... con pequeños gestos que son responsabilidad de las grandes masas de consumidores, es decir, de cada uno de todos nosotros. Me pareció interesante y quisiera compartirlo con vosotros).
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Cosas que se pueden hacer:
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-EL AIRE ACONDICIONADO. Poner el aire acondicionado un solo grado más alto de lo que solamos hacerlo, puede ahorrar hasta un 3% el costo energético que estemos suponiendo para la red eléctrica. (En Shanghai sin ir más lejos la semana pasada hubo un gran apagón en tres distritos, porque tuvimos casi 39ºC con cerca de un 80% de humedad, y de tanto tirar del aire acondicionado, que está en cada casa por pobre que sea, y en los inmensos pisos se ven en las ventanas como complemento constante de las infitintas colmenitas, se acabó yendo la luz por sobrecarga. Esto en una ciudad que en verano obliga a cientos de empresas a producir sólo de noche, precisamente por el mismo problema, y donde la ley local prohíbe en los centros públicos poner el aire acondicionado por debajo de 26ºC... Hay tal falta de educación ambiental que en restaurantes o taxis uno se puede encontrar con temperaturas que sientan a diez o más grados menos que en la calle, lo que irónicamente hace de esta época de lluvias subtropicales y calores pegajosos -con 45ºC en el termómetro de mi ventana puesta al sol, esta mañana- una época de verdaderos constipados... No tiene sentido, ¿verdad?).
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-BOMBILLAS DE BAJO CONSUMO. Utilizar estas luces fluorescentes compactas, como las llaman en inglés, hace que nos duren 10 veces más, y además ahorramos con ellas un montón de energía. Y dinerito que nos ahorramos. Además, si sólo un millón de hogares reemplazasen cuatro de sus bombillas tradicionales por las de bajo consumo, emitiríamos 900.000 toneladas menos de gases que provocan efecto invernadero.
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-PASARNOS A LA ENERGÍA SOLAR. No es una idea tan loca, sobre todo en hogares de nueva construcción, que de eso en España y en China sabemos un rato largo... Dicen los organizadores -en China lo de Live Earth viene apoyado por la ONU- que si sólo un millón de hogares tomasen su energía sólo de la placas solares, las emisiones mundiales de dióxido de carbono disminuirían en 7 millones de toneladas anuales.
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-REUTILIZAR LAS BOTELLAS Y ENVASES DE PLÁSTICO. Cada año se destina millón y medio de productos plásticos -derivados químicos del petróleo, hasta donde sé- a la producción de botellas...
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-REDUCIR LA BASURA. Y eso se hace eligiendo los productos que consumes, los embalajes, qué apoyas con tu compra y qué no, y qué compras que es necesario y qué no... Si sólo un millón de personas redujesen su aportación de basura diaria en un 10%, disminurían las emsiones anuales de CO2 en 50.000 toneladas anuales.
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-LAVAR EN AGUA FRÍA y limitar el consumo de agua, preciado tesoro, siguiendo el sentido común...
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-RECICLAR PAPEL. Cada tonelada de papel reciclado ahorra suficiente energía como para suministrar electricidad a una casa de tres habitaciones durante todo un año.
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-PLANTAR BAMBÚ. No es una broma por estar escribiendo desde China: aunque parezca mentira si vemos la provincia bambusera de Sichuan en la foto espacial de arriba, el bambú almacena más CO2 que otras plantas, y genera un 35% más de oxígeno que otros tipos de árboles de jardín... no saben nada los pandas (me pregunto cuánto más oxígeno darán los inmensos bosques naturales de bambú).
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-DAR DESCANSO AL ORDENADOR. Si lo ponemos a echar la siesta en vez de con el salvapantallas, consumimos un 70% de energía menos.

-IR EN BICI. Ya sé que en las grandes ciudades españolas es un peligro -y aquí casi también, con el contraejemplo que están dándonos los chinos de sustituir sus maravillosas biciclitas por cada vez más motores-, pero es como para tenerlo en cuenta: si un millón de personas sustituyese, una sola vez a la semana, su trayecto diario de, pongamos, unos 10 kilómetros, por el mismo trayecto en bicicleta, parece que reduciríamos las emisiones de CO2 en 100.000 toneladas anuales. A veces las soluciones son tan sencillas e infantiles que en nuestro acelerado mundo moderno casi parecerían imposibles, ¿verdad?

...Y así montones de iniciativas que, sin traducir y resumir, en inglés, podéis encontrar aquí.
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En Shanghai, al principio sobre un cielo neblinoso y pesimistamente futurista de los de aquí, y luego bajo un azote torrencial de lluvia ácida, ya caída la noche, el concierto por una Tierra viva fue el más pequeño de todos los celebrados, pero fue importante que China tuviera el suyo, ya que es uno de los principales contaminantes mundiales, y empieza a ser consciente y responsable de ello.

La idea, como dijo Khalid Malik, el responable del PNUD en China, antes de empezar el concierto, es que la gente se dé cuenta de que sus decisiones influyen en las decisiones de los demás, y de que de verdad es responsabilidad nuestra, de cada uno de nosotros -sobre todo quienes estamos en el lado enriquecido del mundo- hacer algo para limitar y corregir el daño sobre nuestro pequeño planeta.
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Evonne Hsu (Xu Huixin), al comienzo del concierto Live Earth en Shanghai.
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El concierto en Shanghai, a los pies de la Torre Perla de Oriente (东方明珠) no tuvo las grandes estrellas internacionales de otras ciudades, ni tal vez el poder de convocatoria de los de otros lugares, pero al menos salió por televisión y juntó en el escenerio muchas voces de artistas a los que los jóvenes chinos de las grandes ciudades tal vez escuchen, que deben de ser unos cuantos... Espero que más allá del concierto y de las decenas de chicas que parecía que vinieran sólo por ver de cerca a Eason Chan (Chen Yixun), el mensaje calara de alguna manera.
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Evonne Hsu (Xu Huixin).
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Al menos algunos de los artistas parecieron intentarlo aunque fuera con pequeñas declaraciones. Mientras creo que fue Xu Huixin quien propuso responder al problema del cambio climático con "una respuesta de amor", el solista del -para mí- desconocido grupo Soler dijo, al parecer, entre un par de sus cañeras canciones de corte casi europeo, que "no sólo la próxima generación depende de nosotros, nosotros también somos esa generación, así que salvémosos a nosotros mismos".
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Soler.
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Después llegó la única extranjera, la soprano británica Sarah Brightman, bastante conocida, también para mi sorpresa, por los grupos de espectadoras que me rodeaban. Fue cuando ella cantaba, por cierto, cuando se destató una intensa tormenta de lluvia ácida que cubrió las gradas para 3.000 personas de chubasqueros y paraguas.
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Sarah Brightman.
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No podía faltar en la chinísima noche la omnipresente Banda de las 12 Chicas -en realidad creo que son como 17 que se turnan según las actuaciones-, que hicieron de las suyas mezclando estilos y reinterpretando clásicos de oriente y occidiente, a diestro y siniestro, con su colección de erhus, guqis, pipas y flautas tradicionales.
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12 Girls Band.
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Yo no sé si lo más importante para muchos allí fue la fiesta global del medio ambiente o el contacto con las chinísimas estrellas, pero para mí lo más bonito fue charlar con la gente. A mi lado se sentó una joven, llamada Rui, que estaba concienciadísima, pertenecía a una ONG de ayuda a los animales, y era muy sensible al tema del agua. Tenía muy claras, casi de memoria, todas las cosas que se podían hacer para combatir los efectos del cambio climático, ideas como las de la lista de arriba. Su entusiasmo de verdad que me conmovió con una llamita de esperanza.
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Bajo la lluvia compartimos una parte del concierto al abrigo del mismo paraguas, y a mí me hizo pensar que, con todos los errores que el hombre ha cometido tantas y tantas veces, qué bueno es que existan los jóvenes, tan capaces, si lo quieren, de cambiar un mundo que en el fondo siempre es de ellos.
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Tras tres horas de concierto y algún azote de lluvia ácida contra viento y arrebatos naturales, salí de aquella cita tan empapado como rejuvenecido. El distrito financiero de Lujiazui se alzaba orgulloso y futurista como de costumbre, pero ahora la idea del futuro me sabía distinta: había algo renovado y fresco después de la lluvia, y no sé si era el color oxidado que tomaba el aire con la noche, la impresión de compartir la intimidad, el oxígeno y el agua de una furiosa tormenta con una apasionada desconocida de luces contagiosas, o la contradicción de esas ganas de mejorar un mundo que, con todo, no dejaba de llamar a la sensatez desde los pies de un pirulí gigante saturado de diodos de colores, muy cerca de la sede de un banco inmenso y de las obras de una de las torres de Babel más gigantescas que jamás hayan visto los hombres... La ciudad era la misma, pero con la emoción del momento, llegué a sentirme casi capaz de descifrar el mundo de una manera que ya estaba acostumbrándome a olvidar, por la rutina de los pequeños asuntos que nos hacen perder la perspectiva de la vida: que cuánta gente somos en este pequeño mundo, y si no será, después de todo, que hay una pequeña joven Rui en cada uno de nuestros corazones.
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1 comentario:

翰安览 dijo...

Al parecer, ayer precisamente era en el calendario lunar chino el día del Gran Calor, que no es que sea necesariamente el día más caluroso del año, pero estuvo cerca, con 36 grados y pico. Hoy por cosillas del trabajo tuve que estar en una cámara bajo cero, y con un cambio de temperatura de unos 40 grados en pocos minutos, tengo el cuerpo que casi atrapo un constipado... Al menos oficialmente se ha pasado ya la época más fuerte de lluvias subtropicales, aunque por regla general sigue lloviendo la humedad acumulada casi todas las tardes. Saludos a todos.

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